Por qué no deberías dejar que la industria cinematográfica te diga qué es qué en salud mental



Hubo todo un debate en nuestra página de Facebook sobre la salud mental del Guasón a raíz de que subimos un magnífico artículo de “The Guardian” que mencionaba lo mal que estaba tratado el tema de salud mental en la película protagonizada, magníficamente, su talento es indudable, por Joaquín Phoenix. El artículo demostraba como el film desorientaba y estigmatizaba a aquellos que padecían o, habían padecido, algún episodio psicótico. Esto sucede porque el accionar del Guasón en la película, a pesar de ser el típico de un psicópata peligroso, fue camuflado con alguna alucinación por aquí, algo de abuso en la infancia por allá, y lo etiquetaron como “psicótico” y no como “psicópata”.

En términos de lograr una película atractiva y taquillera este ardid tiene sentido. Ya en "La Poética” de Aristóteles se nos recomienda crear personajes que lleven al espectador a sentir empatía por ellos, por lo que es conveniente, darles dramatismo dotándolos de un defecto trágico, pero que no sea demasiado repugnante como para causar rechazo en el espectador. En este film, los crímenes del Guasón son absolutamente explícitos y sangrientos, como lo haría un psicópata que no siente remordimientos ni culpa, pero Hollywood nos dice que, en realidad, por momentos, es un psicótico que alucina, en otros, que es víctima de una sociedad dura. Resultado: sentimos pena por un matricida, homicida, etc. En términos de guion, y de ventas, podemos decir que lo entendemos, pero…. Aquí viene nuestro gran “pero”.

Las películas no son solo películas, dejan huella, normalizan conductas, critican otras; con la insistencia de una gota de agua en la piedra, van erosionando lo que encuentran a su paso, entre otras cosas, nuestra psiquis. Las personas que padecen psicosis no son peligrosas, no matan a sangre fría, son ciudadanos que, con terapia y medicación, llevan vidas comunes, forman familias, trabajan, tienen empatía, son solidarios. Es injusto que, ahora que se están haciendo campañas para sacar el estigma de la palabra “psicosis” o “esquizofrenia”, la industria cinematográfica haga un cóctel con distintos desórdenes psiquiátricos y enfermedades neurológicas para inventar una “condición” a medida de las necesidades estéticas y comerciales.

Sin embargo, no hay mal que por bien no venga, aprovecharemos para arrojar algo de luz a la confusión que tanto las redes sociales como las series contribuyen a crear. Psicopatía y sociopatía NO SON el nombre verdadero del desorden de personalidad del que normalmente hablamos en este blog, su verdadero nombre es “desorden anti social de la personalidad” (hay quienes lo consideran un trastorno, otros lo consideran un desorden, ya hemos hablado de esto en otra entrada, no vamos a profundizar ahora, usen el término que prefieran) y está ubicado en el grupo B, al igual que el “desorden narcisista de la personalidad” al que comúnmente llamamos narcisismo para que sea más sencillo. No hay nada malo en simplificar la terminología, de hecho, nosotras preferimos usar psicopatía y narcisismo, siempre y cuando no confunda. Sin embargo, hemos escuchado cosas como que la psicopatía es algo totalmente distinto al desorden anti social de la personalidad en boca de trabajadores de la salud que parecen prestar más atención a las infografías de Pinterest en donde se afirma que psicopatía y sociopatía son desórdenes en sí mismos (no lo son) que a leer las publicaciones científicas. Si hay alguna duda al respecto, se puede consultar el DSM-V que es el listado oficial de enfermedades, desórdenes y condiciones mentales, homologado por especialistas, y es de donde estudian psiquiatras y psicólogos, o también están disponibles estudios científicos serios en publicaciones universitarias de psicología, psiquiatría y neurología. Por supuesto que dentro de la psicopatía (desorden anti social de la personalidad) y del narcisismo (desorden narcisista de la personalidad) hay matices, ocurren dentro de un espectro que va desde lo moderado a lo extremo, pero este espectro no justifica la subdivisión de estos desórdenes en otros, al menos no por ahora. No obstante, en la serie “Sherlock” el famoso detective se describe a sí mismo como un psicópata bueno de alta funcionalidad, pero a su némesis, Moriarty, lo describe como a un sociópata malo, una distinción que puede contribuir a crear una tensión interesante entre los personajes, pero que no es científica, y lo que es peor, puede dar a entender que hay psicópatas en los que podemos confiar.

La “psicosis” en cambio es un estado de percepción de la realidad alterado acompañado de alucinaciones, que los psicópatas rara vez presentan, aunque podría suceder si consumen drogas que favorezcan estos estados alucinatorios, pero no es lo común. Los trastornos psicóticos pueden darse porque la persona padece esquizofrenia, demencia senil, puede ocurrir luego de un parto (psicosis puerperal o post parto), también si consume drogas o si está en un período de abstinencia de alcohol u otras substancias. En el día a día, se usa la palabra “psicótico” (término que no nos gusta demasiado) para referirse a personas que fueron diagnosticadas con algún trastorno del tipo A, este grupo incluye el trastorno esquizoide, el trastorno paranoide, y el esquizotípico de la personalidad (recordemos que la psicopatía y el narcisismo son del tipo B, al igual que los desórdenes fronterizo e histriónico). Las personas que tuvieron brotes psicóticos pueden no volver a tenerlos, o si, su trastorno de base predispone a ellos, con medicación y terapia, son controlables. Estas personas no son peligrosas, tienen empatía, no desean hacerle el mal a nadie, son miembros útiles de la comunidad; algo muy distinto a lo que ocurre con psicópatas y narcisistas. Asimismo, y esto es MUY IMPORTANTE, cualquier delito que cometa una persona que tiene el principio de realidad alterado lo convierte en INIMPUTABLE frente a la justicia; por el contrario, aquellos que son conscientes de sus actos, como LO SON los psicópatas y narcisistas, SON IMPUTABLES. De hecho, la estrategia básica de un abogado cuyo cliente es psicópata, es tratar de pasarlo como psicótico. Esta confusión hay que aclararla de una vez por todas para que estos delincuentes no sigan burlando a la justicia.

Entonces, es realmente peligroso que dejemos en manos de la industria cinematográfica nuestra educación sobre salud mental, porque muchas personas, desinformadas, si descubren que su colega o amigo tuvo episodios psicóticos van a terminar pensando que es peligroso, y lo van a dejar de lado fomentando la discriminación, pero, irónicamente, no van a detectar al peligroso psicópata en el escritorio de al lado, porque las películas, los medios no hablan de eso, atribuyen la falta de empatía, la violencia y la destrucción a otros trastornos.

¿Y esta confusión es deliberada o pura desinformación? ¿Ocurre porque los medios y la industria del entretenimiento están plagados de psicópatas que necesitan no ser detectados? ¿O simplemente los productores mezclan todo por ignorancia? No lo sabemos, pero los resultados son los mismos. Cuando el Guasón mata a su colega con una tijera a la que hunde repetidas veces en la yugular y en el entrecejo de la víctima en una escena que salpicaba sangre fuera de la pantalla, muchos de los que estaban sentados en el cine reían, y no la risa nerviosa que puede surgir de la incomodidad, no, reían de buena gana, un chico de unos 18 años aplaudió y dijo “¡Qué genio, Guasón!”. Este es el resultado de lo que estamos exponiendo aquí: la paulatina normalización de la violencia y el abuso. Los psicópatas y los narcisistas están siendo expuestos, están siendo llevados a la cárcel, están siendo detectados, es lógico que necesiten crear nubes de humo, es lógico que quieran esconder su desorden bajo otros que nos muevan a la empatía. Está en nosotros no dejarnos engañar con sus mentiras una vez más.

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