Trastorno de estrés postraumático, el malestar de los sobrevivientes


Contrariamente a lo que se piensa en general, no necesitás ser un sobreviviente de una guerra o haber sido víctima de un secuestro para sufrir trastorno de estrés postraumático. Hay muchas experiencias traumáticas que pueden dar lugar al TEPT como, por ejemplo, haber perdido a un ser querido, haber crecido en un hogar violento, haber sido víctima de abuso sexual, estar en una relación con un narcisista o psicópata, o trabajar en un lugar en el que sos víctima de acoso y hostigamiento.

Cuando se experimenta una situación traumática, o se vive atemorizado en un entorno hostil, el miedo desencadena muchos cambios en el cuerpo para lograr defenderse del peligro o evitarlo. Esta respuesta se conoce como de “lucha o huida”, una reacción típica destinada a proteger a una persona de daños, preparando fisiológicamente al cuerpo para defenderse o escapar del peligro. Para que el cuerpo alcance ese estado físico de máxima alerta y rápido desempeño, una cascada de hormonas y neurotransmisores ponen el cerebro en alerta. Cuando la emergencia termina, muchas personas vuelven a su estado fisiológico normal; pero otras quedan en estado de alerta permanente, aun cuando el peligro haya pasado; o en el caso de aquellos que viven en un ambiente agresivo, el organismo simplemente no puede “bajar la guardia”.

Lamentablemente, el TEPT se suele confundir con depresión o ansiedad, y muchas veces, quien lo sufre, pierde tiempo probando terapias o medicación equivocadas, o lo que es peor, su cuadro se agrava. Sin embargo, el estrés postraumático es un trastorno que tiene tratamientos específicos y que, debe controlarse no solo para evitar el daño psicológico y emocional, sino para armonizar el cuerpo que, de seguir en estado de alerta constante, podría desarrollar enfermedades crónicas. Los síntomas generalmente comienzan temprano, dentro de los 3 meses posteriores al incidente traumático, pero también pueden comenzar años después. Para poder considerar que estamos frente a un cuadro de TEPT, los síntomas deben durar más de un mes y ser lo suficientemente graves como para interferir con las emociones, las relaciones o el trabajo. El curso de esta dolencia varía. Algunas personas se recuperan en 6 meses, mientras que otras tienen síntomas que duran mucho más. En algunos casos, sin tratamiento, la condición se vuelve crónica.

Los síntomas más comunes son los siguientes:

*Flashbacks: revivir el trauma una y otra vez, muchas veces esos flashbacks son provocados por objetos, sonidos, olores que recuerdan los momentos dolorosos.
*Síntomas físicos como taquicardia o sudoración.
*Pensamientos recurrentes.
*Conductas evitativas, mantenerse alejado de lugares, eventos u objetos que son recordatorios de la experiencia traumática.
*Sobresaltarse fácilmente.
*Ansiedad y/o ataques de pánico.
*Insomnio primario o secundario.
*Enojo o ira súbitos, especialmente las víctimas de abuso.
*Pensamientos negativos sobre uno mismo o sobre el mundo
*Pérdida de interés en actividades divertidas.
*Dificultad para concentrarse en tareas simples.
*Tener la sensación de estar adormecido emocionalmente, de ver la vida desde lejos.
*Abuso de alcohol u otras substancias como mecanismo para tapar estos síntomas.

No es necesario tener todos los síntomas anteriormente mencionados para sospechar la posibilidad de sufrir estrés postraumático, por lo que, si estás experimentando algunos de ellos, buscá asesoramiento profesional para comenzar tratamientos específicos. Con respecto a los mismos, hay que recordar que todos somos diferentes, y que el TEPT afecta a las personas también de manera diferente, por lo que un tratamiento que funciona para uno, puede no funcionar para otro, y es probable que se deban probar distintos tratamientos para encontrar lo que funciona para sus síntomas. Desde ya, si alguien con trastorno de estrés postraumático está pasando por un trauma continuo, como cuando se vive abuso, ya sea en el hogar o en el trabajo, primero que nada, esa persona necesitará ayuda para salir de esa relación, y en paralelo, abordar un tratamiento. Hay muchos tipos de terapias, como así algunos medicamentos que pueden ayudar.

Terapias
La psicoterapia clásica, las terapias cognitivo-conductuales, y métodos como EMDR y Tapping, pueden funcionar dependiendo de la sintomatología. Lo más importante es encontrar un terapeuta acreditado en el tratamiento de trauma. El terapeuta puede combinar diferentes terapias dependiendo de las necesidades de cada persona. Las psicoterapias efectivas tienden a enfatizar algunos componentes clave, incluida la educación sobre los síntomas, las habilidades para ayudar a identificar los desencadenantes de los síntomas y manejar los síntomas.

Medicamentos
Los medicamentos más estudiados para tratar el TEPT incluyen antidepresivos, que pueden ayudar a controlar síntomas como la tristeza, la preocupación constante y la sensación de insensibilidad interior. Otros medicamentos, como cierto tipo de ansiolíticos, pueden ser útiles para síntomas específicos de TEPT, por ejemplo, ataques de pánico.

Apoyo emocional del medio
Además de las terapias y la medicación es necesario contar con el apoyo de amigos y familiares. Muchas veces esto no es sencillo porque los allegados de quien tiene TEPT no terminan de comprender la naturaleza de este trastorno. En ocasiones, la persona que padece ese desorden es quien tiene que educar a aquellos que lo rodean. Algunos libros que son de gran utilidad para quienes desarrollaron estrés postraumático, como así también para familiares y amigos que quieran ayudar son: “El cuerpo lleva la cuenta” de Bessel van der Kolk, “Trauma y recuperación” de Judith Herman y, en inglés, especial para quienes fueron criados en entornos abusivos, “Complex PTSD: From Surviving to Thriving: a guide and map for recovering from childhood trauma” de Pete Walker.

El trastorno de estrés postraumático tiene solución. En sí, no es una enfermedad, es una condición transitoria anómala de tu cerebro, una especie de herida, que se puede revertir. Es indispensable saber que es posible salir de ese estado de alerta mental y entumecimiento emocional. Ya no estamos a merced de nuestras memorias traumáticas.

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